domingo, 1 de agosto de 2010

Haciendo nuevos recuerdos

¿Te acuerdas? La mañana en Zúrich, llegamos a punto del medio día. Después de desayunar con una vista hermosa, en la cocina tan pequeña de Ana. No tengo claro como fue que llegamos, no recuerdo el camino; pero recuerdo la confusión en cuanto entramos en la ciudad; todos tan amables pero al mismo tiempo tan fríos y cortantes, solo siendo corteses.

Caminamos, caminamos unas horas recorriendo un poco la ciudad, encontrándome con un mundo que no sabia que existía. Un mundo en el que no entiendo una palabra de lo que dicen, no entiendo los letreros, no entiendo a la gente, no entiendo nada. Y no solo por el idioma, pero por la forma de ser, la forma de pensar. Había una manifestación, al parecer, como tu me explicaste, se quejaban por su largas jornadas de trabajo y su sueldo bajo. ¡Su sueldo bajo! ¡Estábamos en uno de los países con mejor nivel de vida promedio del mundo! Pero aun exigían. Impresionante, me recordó que yo debería hacer lo mismo en mi país; pero no lo hago.

¿Recuerdas los cisnes? Para ti tan normales, yo solo los había visto en películas de princesas y en el zoológico. Tan hermosos, aunque después de tantos años de ser formalmente presentados (los cisnes y yo) había olvidado sus feos graznidos. Aun así tome varias fotografías de ellos, en todas las posiciones y desde todos los ángulos posibles.

Lo mejor fue la crepa de manzana, un pequeño puesto; que bien podría a ver sido un carrito de los que venden tacos, en casi cualquier esquina de mi país. Las crepas las hacen exactamente igual que lo que había visto aquí, pero esa estuvo deliciosa. Fue la mejor crepa de manzana que haya comido en mi vida. Te vi sentado frente a mi, y me di cuenta que no estaba soñando. Estaba, por primera vez, en el viejo continente. Por primera vez viajando sola, cargando a cuestas el pesar y el enojo de mi padre, la tristeza de mi madre y el asombro y admiración de mis hermanos. Por primera vez, después de siete largos meses, contigo. Estabas cansado, serio, con trabajo encima, deudas y mil cosas mas pasando por tu cabeza; pero angustiado, angustiado porque todavía hacia falta tanto para mi por ver y tan poco tiempo (y dinero). Tan noble, tan hermoso como siempre.

Me prometí a mi misma no olvidar ese momento; el sabor dulce de la crepa de manzana en mi boca, la consistencia espesa del puré, el olor a masa recién hecha, no olvidar el viento frio que por momentos me llegaba hasta los huesos, tus ojos, mi mano en tu rodilla, el pequeño tenedor de plástico con el que te daba un poco mi crepa. Me prometí no olvidar el sentimiento que tenia en mi pecho en ese momento, el mismo que siento ahora; que mi pecho esta a punto de estallar, porque la añoranza y el amor ya no caben en este pequeño pedazo de mi cuerpo.

¿Te acuerdas amor? Yo si, todos los días. Todos los días estoy ahí de nuevo, sentados frente a frente, comiendo crepa de manzana.

Vuelvo a vivir, y no dejo de hacer recuerdos nuevos; solo que me gustaría hacerlos contigo aquí.

1 comentario:

Nycher dijo...

Excelente relato... es GEnial.. tu dominas la descripcion.. !!!
Felicidades